Empatía, más que una respuesta afectiva

Para los psicólogos, la empatía es mucho más que ponerse en los zapatos de los demás; de hecho, frecuentemente eso resulta imposible tanto a nivel literal como también figurado. Para los psicólogos la empatía no se trata de una reacción afectiva, o una característica comportamental, se trata de una competencia sólida e indispensable en su trabajo en diferentes espacios.

Para las personas, en general, la empatía es un aspecto muy importante de la inteligencia emocional con múltiples aplicaciones. Es una habilidad que les permite a las personas encajar y ser funcionales en diferentes espacios de su vida cotidiana; por esta razón, analizar la capacidad de sentir y demostrar empatía es fundamental.

Para ámbitos como las organizaciones, espacios sociales y contextos clínicos. Esta habilidad nos permite saber, en contraposición a solamente suponer, qué es lo que una persona está pensando, comprender las intenciones de los demás, predecir el comportamiento y también entender sus emociones. Pero nótese que cuidadosamente se ha obviado el componente de sentir lo que los demás están sintiendo.

Evolución del concepto de empatía

La empatía es un aspecto suficientemente relevante para ser evaluado de forma independiente; pero su complejidad hace que evaluarla de forma integral sea un reto. Hogan, describe la empatía como una capacidad cognitiva que permite comprender lo que pasa en la mente de los demás. Mientras que autores como Bryant, Hoffman, Mehrabian y Epstein han sugerido que se trata de una respuesta afectiva a las emociones ajenas.

En 1996, Davis propuso una visión más integradora que contempla tanto el componente afectivo como el cognitivo de la empatía. Definió la empatía como: “conjunto de constructos que incluyen los procesos de ponerse en el ligar del otro y respuestas afectivas y no afectivas”. (Pérez & Abad García, 2008)

Empatía cognitiva y empatía afectiva

El aspecto cognitivo de la empatía es fundamental para esta, no se puede hablar de empatía si no hay comprensión de lo que la otra persona está experimentando. A manera de analogía, la cognición podría considerarse la antesala de la de la dimensión afectiva; por ejemplo, será más fácil entender las emociones tras la pérdida de un ser amado en alguien más, cuando nuestros propios procesos mentales ya han registrado ese tipo de dolor y es capaz de evocar los recuerdos que finalmente podrán llevar a una respuesta afectiva. 

Por otro lado, cuando encontramos solamente el aspecto afectivo no se puede hablar de empatía sino de otros procesos como la hipersensibilidad emocional; James Morrison, plantea que las personas (en realidad los psicólogos) debemos tener mucho cuidado de no confundir la empatía con la simpatía o el juicio. (Morrison, 2015)

Referencias

Morrison, J. (2015). La entrevista Psicológica. México D.F: Editorial Manual Moderno.

Pérez, B., & Abad García, F. (2008). TECA, Test de empatía cognitiva y afectiva. Madrid: TEA Ediciones.

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